JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
Sitio oficial del escritor argentino
JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
Palabras para un canto inexplicable
Palabras para un canto inexplicable
POEMAS
1.
If I could lock your memory
with my dreams
If I could
2.
Es más rotundo el silencio
con las voces de los que no están
conmigo.
3.
la oscuridad de tus laberintos va acurrucándose
en tus vértices
simultánea de la voz de mis
antorchas
con el silencio apretado
en los rincones silenciosos
luego yo mismo
recorro tus cenizas
4.
¿Sabes que a veces se me esfuma
tu perfil? corro por la incertidumbre
desesperadamente como queriendo
atrapar un perfume en el aire y cuando
lo logro, como un buzo que emerge
por el polo salgo de los misterios de mi
memoria con mi tesoro en la boca.
5.
Hace poquito, apenas diez minutos
estaba en la habitación escribiendo un poema
y tenía la voz algo nublada, casi
como callos de callar en el aliento. Y no
podía dibujar, la música se me caía del
pincel, el aire estaba lastimado (se han
muerto demasiadas palomas en el mundo).
Entonces cazando con mi arco sin flechas
ante un público fantasma Me sentí
vulnerable demasiadamente herible por
afuera y me metí en tus ojos que
estaban dentro de los míos y dejé
que mi voz rodara como un tronco usado
sin miedo del espacio ni de la
ausencia de las golondrinas.
Te llevo como un escudo por dentro
emperatriz de mis dientes.
6.
Domingo de hoy de rezar solo
Domingo de Domingo de creer de a ratos
que se alzará tu llamado.
de comprobarte tú, de quererte tú,
de eternizarte en el tú
de llorarte, de rogar: Dios mío ya
no es alguien del mundo, es ella. Ayer quise
su principio y su llegada,
Dios mío, que vuelva.
7.
Gracias por hacerme ser para que me
agradezcas
gracias por agradecerme
y por poder darte las gracias.
8.
Como la tácita sangre de la
hostia
como el lenguaje mudo de los ojos
como un mundo que embaraza las palabras,
porque las olas rompen en mi corazón amordazado
y mi alma es un mango que la tristeza empuña
porque te aprietas como un párpado
y el mundo agoniza de silencio
porque me empalaga el vacío
que se me infla dentro
cuando pienso con miedo en no haber sido yo
en que pudieras no llamarme con tu tú
está un ruego
estás en mi alma de pupila como tu observado
y yo sé que alguien te mira como yo te miro
(pero sé que aunque te mire yo te miro más)
y no quiero gastar en lágrimas,
9.
Porque tú eres tú y puedo decirte tú
Porque lo ocupas como él habita mi llamarte
Tengo fe en ti luego de dioses vanos
y elevo mi oración de tu nombre a ti
que eres tú
10.
Escucha esta oración de siete versos
semana de amor desde un domingo solo en que rogaba:
Dios mío si llega sabré que es ella y podré decirle tú
tiene la cara que tendrá, la que en este día,
mañana no ignoraré
Señor dame una llave para romper
el candado de mi silencio, de mi noche,
de mi tristeza circular que me anilla
como el vacío que ocupo.
Lunes de ilusión, de buscar mi sueño
en mis preguntas
de evitar mi piel por temor de despertar
martes de amor supremo de palabras
de piel de temor inmenso de convicción
tan fuerte como el amor sentido
Miércoles de pendiente, de alud
de involuntad de piedra
de escombros en los diques
de riendas mutiladas
de amor crecido de alma hinchada
y ajustada contra el abrazo de
donde cabe.
Jueves de embarazo de amor de corazón
inflado, de ruego, de amarte
más que ayer de muros superados
de martes insignificante
de miedo de mañana
Viernes de hondura de lágrimas
de miedo de tu primera palabra
de ahogo en la garganta de
mil palabras rengas de voluntad
ficticia sábado débil de los dos
gastados de los dos inmensos de Domingo
con cruces de Iglesias con los dos.
11.
Amiga
dejemos la poesía
para los que no tengan la vida
depongamos los nadie
que nos somos
y entrémonos fácilmente
como la soledad.
Démonos las manos
cambiémonos las manos
como antorchas
para explorarnos
para medirnos el nunca con la piel.
12.
Enfrentarnos aquí
(el frente redondo de los ciegos)
Después de todos los caminos
que hicimos en el silencio
habitarnos el tiempo
con un gesto de espacio
Poblarnos esta actitud de manos
con raíces penetradas de altura
dejando la saliva de las horas
en el borde luminoso de los ciegos
Enfrentarnos aquí
mi silencio envainado en tu
garganta
la vida uncida en las palabras
untándonos los ojos de testigos
Enfrentarnos aquí externos a dos
ojos adentro
como el innumerable infinito en los
espejos.
Enfrentarnos aquí
aceptando un rostro para la soledad.
Y el largo miedo
hasta el silencio.
13.
Volcarme por los bordes de la cordura
caer como hormigas que trepan
chorreando la sombra
desviscerada con palabras
vociferar mi silencio
como anchas lanzas de espacio
vivirlo todo con la infatigable infinitud de un verbo
y olvidar
o ya no pensar en todos los hombres que
he sido
redondo en mí
de haberte tragado como a un
túnel
y decir que hasta
asido como un náufrago en tu boca
cruda como el sol como el fuego
encallado en tus dientes
diciendo amor con pájaros calientes
rebalsándome los ojos
que cerraban la locura.
14.
Canta como si fuéramos antiguos
Tal vez preguntes por qué elijo palabras que no se parezcan a sí mismas por qué escribo cosas tal vez incomprensibles como elegir en vez de un rostro, el eco en un espejo. Tal vez me preguntes por qué anudar palabras como eso de tejer colores en los ciegos y hacer largas trenzas que se desatan con sólo tirar de los extremos. Tal vez me preguntes con insultante franqueza por qué desvarío
por qué, y mediando una buena voluntad de entenderme, intento conceptos inasibles, fantasmales abstracciones como son los caóticos absurdos construidos con las cosas más sencillas, simples y cotidianas como el sol o todo lo animal y lo vegetal y mineral. Y por qué no digo nunca amor o tristeza o melancolía
Pues entonces me alegraría de no saber qué contestarte.
Y te seguiría diciendo cosas incomprensibles tanto
como es amar.
15.
Quiero ser dulce como un soldado herido.
Haber delirado en las manos de tu
insomnio.
16.
Entraré en ti hasta el exterminio
las hordas de mi sangre
te confinarán en tus propios rincones
mataré tus rebaños para dar
de comer a mis soldados
De todos los palacios que me sobren
haré lugares para mis caballos
violaré tus cementerios
y te obligaré nuevos Dioses
te comeré las manos y lo que
sobre engordará mis perros
y no me traicionarás ni con veneno en
mi vino
ni cuando duerma la embriaguez
de las orgías.
Afilarás mis espadas y mis lanzas
y curarás con tu polen las heridas
que los tuyos hayan clavado en mis
soldados.
Y luego, manso como un rey
te diré que te he amado mucho.
17.
estoy parado en el
andén del tiempo
me faltaron días
para mi historia
me faltaron los
hechos para
la vida
y veo hundirse
en el innumerable
nunca
la nuca de la vida
y me vuelvo caminando
pisando el vacío que voy
18.
entiendo tu miedo y tu
Algo nos asusta al empezar
a ser trascendentes para alguienNo todas las cosas vuelven a su
origen, tal vez sí en lo absoluto,
pero no siempre en el tiempo.
me basta pensar en mi madre
por eso es aquí, esto no es para
sino por vos,. qué tiene que ver eso
del origen, tiene, porque si bien
digo que antes y eso implica bastante
"antes para llegar a hoy" y eso
implica antes pero fundamen-
talmente hoy, y hoy que es un
ahora, un desde y un hasta digo
ahora tú, hasta que tú y desde
nosotros, y éste es el origen de
vos en mí y de que todas las cosas
sean por vos y para siempreentiendo tu miedo y tu
orgullo. Ni siquiera te lo pregun-
to. Cuento con ellos como
conmigo. Y sobre eso de preguntar
te diré algo que siento sobre las
cosas y sus palabras. Hay algunas
que son retóricas, otras viven más
en el silencio y en el vivir las palabras
más abajo de la piel de las palabras
mismas. Otras son dulces.
Brutal y ferozmente dulces como
te putita o te quiero
o mujer mientras morderte
la boca y muelle muelle
muelle y agua muelle agua
y el mar como un gato cabecean-
do y te quiero y entiendo
tu miedo y envainarme en
vos como un topo ciego redondos
de tan enteros iluminados
con la dulzura de los locos y la
ferocidad de la dulzura. niños
viejos y leones tocándose con
los ojos los astros que nos entran
por el tiempo y como ves todas
las palabras perdidas porque
vale más vivirnos que pensarnos
y hasta equivocarnos que saber.
19.
A noche y rabia
destejo la sal de tu espuma.
otras lunas traerán las olas nuevas.
Para olvidarte me basta encontrarte nueva-
mente.
20.
Buzo a la nada
Naufragario
¿qué es de tu vida? —yo—El huerto de choqui
ésta es tu tierra
inexorable como una abeja
siembro en tu silencio.
21.
Sólo alguna vez el sueño no pierde el rostro.
Sólo alguna vez el silencio sabe qué palabras.
22.
Tantos tiempos hay en un mismo tiempo,
tiempo de tantas cosas.
23.
Está visto
Está sabido que
Está sido que yo
Está vivido que yo nunca
Hubiera sido uno
de esos solemnes o terribles señores
con anteojos y joroba.
De esos que se mueven por
sus bibliotecas con la familiaridad
de un pez solo en su escueta pecera.
A veces creo que tienen algo de
dromedario, que guardan litros
de páginas en la joroba de la espalda
y las de los dedos. Los infaltables juanetes.
Porque casi todos tienen cabeza
pequeña, tal vez para tener los ojos
más juntos, —la nariz no es importante—
nunca se muerden la boca; y las orejas
a veces son alas deterioradas, grandes
como paraguas, a veces un poco chamuscadas
y otras veces se les caen por el mismo
camino de la calva.
No sé si hay alguno que se coma
las uñas, ancestros de roedor no les faltan.
Algunos chupan de la pipa con invertida
frustración de flautistas y oyen una
inédita música con los catacúmbicos bronquios.
(espero que no hayan leído nunca
la palabra catacúmbicos) ¡Qué volutas
de abortadas melodías!
Asunto corbatas = me abstengo;
casi todos la tienen sucia y otros la dejan
para marcar una página remota, donde
el torturado trapo convive
con las migas de un irrecuperable
sandwich. (quién sabe cuánta
sombra ha recorrido).
No! definitivamente,
porque yo no dejo migas
ni tengo orejas migratorias
porque sólo me como las uñas
cuando espero en las estaciones ferroviarias;
porque no sé nadar como el
alegórico pez
ni soporto el olor satánico de los
libros añejos,
porque entre una flauta y una
pipa prefiero una guitarra
y mucho más soplar en la caña
innumerable de tu aliento
y porque no uso tiradores,
(olvidemos la boca que yo también
me muerdo cuando quiero
imaginarte)
porque mi única joroba es un
dolor de caminos
y no recuerdo cuánto leo, sino tus
cartas,
por todo eso y un montón de otras
razones, no soy uno
de esos solemnes o terribles señores.
Además, si lo fuera,
cómo hubiera hecho para darme
cuenta cuando pasabas y tenías
la boca encinta de palomas.
No! definitivamente no lo soy.
Y si lo fuera
me cortaría las manos y la boca
y trituraría mis dientes
y después me escondería
con esa sucia corbata confundido
entre las migas
por haberte amado
y profanado con derrota y otoño
tu cuerpo de claridad
hecha pan.
24.
Quisiera que fueras sucia alguna vez
con el olor bullicioso de los rinocerontes
que en ti habitaran
duendes diminutos
una constelación de piojos
labriegos y mineros de tu pelo
y de tu piel
ellos me podrían contar de su amor planetario
de los hormigueros luminosos
de las madrigueras amadas
donde mi lengua no puede envainarse
y pasa a veces como un glaciar quemante
como un mar al galope.
Ellos me podrían decir las diminutas rosas
las quebradas los terribles
cañones de tus huellas dactilares
los aljibes insondables de tus poros
ellos conocerían los remotos senderos
las vertientes los guijarros
las olas enterradas de tu pecho
tus pezones como cúpulas sagradas
sagrados como templos
todos los jardines
cada cementerio.
ellos acamparían bajo el trébol
fresco
el que crece en la desembocadura
de tu cuerpo continental
ellos ordenarían
tras nuestras enamoradas batallas
los húmedos minerales de la savia tibia
las herramientas exhaustas del amor.
Quisiera recorrerte
como una lagartija
esconderme bajo cada piedra
mirarnos a los dos
crepitando como mares anudados
y ser a veces mar
y a veces caracol.
25.
El mapa de la felicidad es cualquier
parte
tu mano ecuatorial es la partida
si tú caminas conmigo
puedo fundar rosas con mi pie
puedo enseñarle a adorar a las avispas
averiguar el secreto melodioso
de la cola musical de las ardillas
y si la dibujo con mi dedo y tú sonríes
toda la tierra me regala su sonrisa
contigo puedo ir a cualquier parte
hay un solo país que me intimida
es un sitio cualquiera en que me encuentre
y esté solo con tu lejanía.
26.
De tanto bajar por petrificadas venas
buzo mineral
de tanto recorrer el pasadizo
que conduce a mi memoria
tengo este olor a catacumba
esta mirada de bodega
donde maceran venenos.
27.
Mi convicción de tu presencia tiene
el seudónimo de: tus manos.
28.
todo el secreto de mi silencio
con mi pluma, soñando con un
luego en que me dieras a leer una
carta de amor
29.
mis horizontes comprimidos
los renglones de una prisión
30.
Sobre la tarde
grito mi paloma de plata
31.
No es más elocuente el que dice
sino el que calla y dice que calla.
32.
Los reyes derrotados son más sumi-
sos que los esclavos de siempre.
33.
Hay alguien que no lo sabe aún. Que pasa
tranquilo por delante del espejo
Hay alguien que no sabe que está
muerto
que no sabe que no es ésa su mirada
(que no sabe que le sobra un sueño una
ignorancia)Hay alguien que puede abrir la puerta
con la misma mano cotidiana
Hay alguien que no sabe la sorpresa
que camina con olor a puñalada.Hay alguien que lleva entre la carne
una atroz herida hospitalaria
hay alguien que aún no ve la sangre
cayéndosele de las entrañas.Hay alguien que me mira como siempre
que no entiende mis manos a la espalda
que sospecha unas rosas o claveles
en lugar de la honda cuchilladaMe reconoce pero no me conoce
Sabe que me ha visto cuándo y dónde
Hay alguien que no sabe nadaYo traigo detenido su reloj en mi bolsillo
Yo traigo su mirada ya apagadaY un retrato en la mano del cuchillo.
(Es el tuyo, dime cómo he de matarla)
34.
No quiero acarrear estos puñales
suministrar alas heladas
ni amputar sueños.
Todos somos el derecho de todos
mientras yo festejo nuevas anclas y brújulas nuevas
tú vas por la casa recogiendo fotografías.
Yo te quería tal vez
tal vez te quiero todavía. tal vez tantas cosas todavía.
Tú estás lejos enhebrada por pasillos y trincheras
por ventanas que la mañana moja
con sábanas infinitas
y yo estibo en mi garganta este árbol de clavos
yo llevo tu muerte
en mis manos que lloran y tiemblan.
porque querían ser golondrinas.
Amiga, vieja compañera
mi amor no puede sucumbirte
pero se me escapa del alma.
Esta impotencia de redes
esta agua que se adelgaza entre los hilos
Cómo puedo morirte sin muerte?
cómo puedo vivirte sin morir?
Hay volcanes que tiran de mis ojos
como toros empecinados
hay timones que llueven sobre mi corazón
Yo te quería
Y hasta a veces me lamía sediento las heridas
y vigilaba anhelante las espuelas
de nuestras batallas.
Recuerdo nuestra cama (la última) como un barco
tal vez como una mesa sola en una casa sola
recuerdo tu espalda tus ojos distantes
tantas veces mi mirada naufragada
mis huidos cuadernos mi fulgor de ceniza
mi ronquera de rincones, recuerdo una por una
cada cosa.
La geografía de mi memoria se echa a dormir en las bahías de tu cuerpo. Y yo no quiero dolerte yo no quiero las palabras del olvido esas que amordazan los antiguos poemas las que arrasan el amor con el nombre nuevo del amor.
Yo no quiero pisoteando borrar con pies desaforados aquellos caminos esenciales aquella amada piedra el árbol sospechoso el primer jardín de las distancias
Durante tanto fracasado milagro durante tanto extravío he querido quererte (Tal vez lo conseguía) he querido juntar en un retablo amanecido los pedazos indescifrables de mi alma en ruinas.
y en ese inventario de turbias demoliciones de escombros de suicidios a los que llegué tarde, tantas veces no encontraba mis pies o mi nombre o equivocaba el orden de mis dientes y ponía esa incriminada golondrina en el lugar sonoro de mi corazón. Estas páginas son siempre las sábanas del amor, las de los pies fugaces de mi boca. Y en una ráfaga de agonizadas palomas veo aquel denodado poema la letra vegetal del amor que se hinchaba veo aquella estrella hecha de beso el muelle tanto pan y algo ventana de la espera en que nos dábamos la mano para tantear al hijo que venía (y vena) por tu cuerpo con su inmóvil galope de duraznos, su naranja de terremoto sus manos que se han hecho pequeños barquitos de papel.
Perdona que no ponga si lloro mientras escribo. El canto de la muerte es en silencio. Yo sé que a veces creías que por vertederos finales y cerrojos amainaban esas cartas y esos lejanos meses de lejanía y esas fotografías ocultas que te dolían silenciosas en algún cajón donde se guarecían monstruos y venenos y nombres prohibidos. Yo sé que a veces detrás de mis desnudos antifaces sentías gemir, crujir, jadear o suspirar los tallos que se iban despertando y que contabas con genital paciencia, como las de aquellas plantas que eran casi flores, las hojas nuevas que recuperaban mis pupilas. Yo sé de mis trincheras de mis uñas de mis agónicos recodos, sé de algunas palabras que se escapaban como humedad o promesa De esas intrincadas olas del asalto sin besos de la espuma a veces solitaria, De los arcos iris que no tenían suficiente cielo y de las otras playas extáticas a veces donde entre viejas resacas íbamos reconstruyendo con ansiosos dedos y clavos de saliva el barco de nuestro primer naufragio.
Todo lo sé. Sé que las flores serán las de un desierto.
Sé que te di una paloma herida que cuando trató de volar abrió su tajo en llamas y te mojó de sombras. Te dije que vinieras y te dije que no vinieras, te regalé las llaves pero clavé la puerta. Qué puedo hacer. Cuál es el primer día del fracaso? cuál es el límite de la derrota? hasta cuándo se golpea hasta cuándo se uñas y muñones en este derrumbado túnel sin salir o morir?
No volvimos a preguntarnos por los anzuelos primeros, por aquel zarpazo de nombres que entró o entré como una inundación en la casa de nosotros, derrumbando sillas y mordiendo retratos. O mejor no volví a respondernos.
Fui de nube o peor de humo anduve escabulléndome como un fusil, con la promesa debatiéndose y la traición furtiva.
Tu dolor me duele con páginas vacías con días que no supe que iban siendo despedidas, tu dolor me sube como un candado y me muere me escupe la voz con flores de raza equivocada. Tu dolor soy delito y sacerdote del otoño. Pero hay caminos que estallan las anclas, una marea de caminos una marea alta una noche de faros ululantes y tiniebla a gritos y yo zarpo como naciendo o muriendo y te arranco de cuajo la memoria. ¿Cómo pedirte perdón, con qué palabras, con qué caricias secarte la casa solitaria con qué besos enjuagarte los besos que no quedo con qué olvido no haber sido con qué recuerdo quedarme? En mí se trama una rosa de desiertos un nudo de ebriedades sin dios ni horizonte. Tantas veces parto tantas veces apenas llego y apenas parto después de tanto apenas vuelto. Tantas veces Lautaro me ata la sombra con sus atroces juguetes y me fusila con su voz de colibríes con su voz pequeña de candentes precipicios Tantas veces Tantas y estas fotos con que me suicido de a poco. Este minucioso veneno, qué puedo hacer, cómo quedarme este espantoso equipaje de cuevas metido siempre hasta los ojos en mis cuadernos de pozos o trincheras Yo quisiera llevarte la mañana, un racimo cotidiano de canciones y esas rosas que hablaban rojamente como un pan de velas encendidas pero te llevo la ronquera de mis manos mi voz que tropieza y un espejismo de días sin bandera. Quise fundar mi memoria deponer mis lejanías, redimir mis huellas rendir mis salados recovecos Decirte un día después de tantos días que ya había vuelto, darme cuenta de tu mesa congregada y apreté los dientes y cerré los puños y contuve el aliento de mi arreciante podredumbre, pero te clavé de desertadas canciones, te crucifiqué de desmentido herrumbre con altares disfrazados, con cadalsos que tenían voz de sirena. Tal vez dos muertes no sea bastante. mis pezuñas criminales devastarán cada cúpula sagrada cada almena depuesta cada arco de rosas que se te haya caído en la batalla. Y yo quedaré herido con tu espera con tus rosas de nuevo con tu traicionada primavera y yo quedo herido pero no me muero y mi herida es culpa y mi dolor tendrá sonrientes espejos cuando no quiera verme frente a frente con el cuchillo ensangrentado de luna y el poema ensangrentado de silencio, cara a cara con el crimen
Un día en nosotros fueron todos los ovarios de la tierra
telares de alba nos buscaban la lengua
carcajadas de lava levantaban nuestro aliento
desatados ríos acarreaban la primavera hasta mi cama sin cenizas.
En el pan nos encontrábamos y en la campana.
Y el aburrimiento no andaba socavando ni enmoheciendo. La rutina no lamía las cosas que sostenían el día. ¿Cómo decirte que ahora sí. Dame tu herida como una sonrisa para poner mi puñal como una rosa. Cómo puedo no terminar esta carta con aquella misma estrella. cómo besar la frente de lautaro yo cómplice de la noche polizón de la puerta, cómo martillar su mirada desnuda con mi espalda turbulenta de nuncas?
¿Cómo cambiar tu nombre por el de una hermana cómo darte de beber estos andenes cómo asestarte este puñetazo de lágrimas cómo decirte estas equivocadas brújulas. cómo pedirte que guardes los zapatos viejos de mi historia? No me voy de tus altares a otros templos. mi boca no trasborda nombres mis sueños no se visten de nuevos lenguajes. Me he quedado sin dios eso es todo. Ahora ya sé que no puedo construir a dios con sólo rezos a pesar de que nunca tuve palabras suficientes ni manos apretadas suficientes o que ahora nunca las habría tenido. Pusiste en el teléfono tu voz como una ofrenda como una mansa llamarada de campanas, yo les arranqué el domingo les amputé las alas te escupí la lengua con ronquera. Siempre el mismo labriego de flores venenosas, de cosas con las que no se puede hacer pan.
Ahora necesito quitarme la coraza ser mucho más víctima decirte que lloro, ser menos culpable estar un poco loco tener olor a sonámbulo pasearme por nevadas cornisas abrir la boca para que entre alguna herida a raudales. De par en par el silencio para tener alguna lápida que llame a los que vendrán a perdonarme. Y sin embargo no comprendo el perdón. No sé siquiera si edifico en esta página un espejo. si le escribo esta carta a mis insomnios a mi conciencia si quiero demorar la copa clandestina. La azotea que se derrama sobre las sirenas, los sueños desterrados.
No quisiera ser el turbio sacerdote, la ritual cicatriz la canción que se condensa y lava. No quisiera ser mi absolución. Quiero bayonetas ladrándome jardines ladrándome arrojándome puñados de sequía, conminatorios hermanos sin sillas para mi destierro. un inventario de soledad para mi culpa.
No soy un emigrante; prófugo de la tierra gangrena planetaria. Pero antes de irrumpirte esta carta antes de estallarte la boca, de hacharte los ojos y machacarte hasta la última ceniza quiero dejarte el mapa de mi cueva el itinerario de mi despavorido escondrijo, para que si un día amaina mi crimen en tu carne y puedes enterrar también las cruces de tu cementerio, vengas a mis costras sobrevivientes a encontrar al amigo que también fui nube que tampoco claridad que ni siquiera pañuelo.
He releído esta carta durante la que mi boca no tropezó ni acampó para secarse el sudor. Apenas alguna ventana del avión el tórax americano disminuido bajo la altura como una dentadura de piedra montañas desencadenadas, cráneo mandíbula geográfica.
No podía detenerme. borbotones de lámparas envenenadas se me desmoronaban por dentro y caían al renglón amigo. Al silencio ordenado e inventariado en blanco.
Hay en los hombres la misma fatigabilidad de la tierra. A veces se cambian las semillas a veces se amamanta el polvo con sus propios hijos como las gatas que se comen la placenta. Y a veces a pesar del sudor, de las tempranas fatigas de las lluvias y las nobles semillas, la primavera sopla en la flauta terrestre pero la canción de espigas no brota. Es entonces cuando el terreno está ronco. Los cardos andan recuperándome el alma.
Con esto no digo que ninguna flor es cierta o que no podríamos poner los mismos cardos en un jarrón, sobre la mesa. Digo que la arena me intenta que la piedra me interrumpe y la aridez logra mis vetas. No quiero los nombres cotidianos del amor para nombrar su muerte. sería demasiado doloroso.
Naro, yo tengo esta enfermedad de tinta y a veces la piel de mi alma se oculta debajo de mis costras se esconde debajo de las ampollas bajo el pus enmascarado de las pústulas. Vos lo sabes. has deletreado mi boca tantas veces. No puedo emprender este lanzazo sin disfrazarlo de paloma.
Voy de carta en carta de nombre en nombre de amigo en amigo de recuerdo en recuerdo palpando a tientas el óxido y el terciopelo
Hablo a los amigos con que hablábamos lloro sobre nuestro cubrecama en mi memoria. Les sonrío a las macetas del balcón a través de la distante ventana. Estoy solo en esta culpa como un cáncer de carbón en una napa de oro. Y no sé mentir ni decir la verdad. No puedo quedarme ni partir. Lloro o sonrío le hablo al espejo, al aire, me miro la memoria al espejo me miro el crimen y el silencio al espejo Me miro la vida y el futuro al espejo, sonrío o lloro es la única imagen que recojo.
Si pudiera haberte regalado muchas más flores flamantes puñados de canciones una camisa de besos para tus hombros donde hacía pie la tarde... Recuerdo cuando a veces volvíamos de la rabia con espuma de cuchillos en la boca salpicando gritos derretidos aún y de repente la espuma era de súbita flor los gritos eran súbitamente tules que volaban y deponíamos esa especie de odio indesterrable escondiéndolo bajo la alfombra, detrás de algún párpado o entre las muelas junto al musgo del tiempo. Recuerdo cuántas veces estuve por escribir de nuevo la palabra amor y mi garganta se agachaba o se quebraba en el aire como un barrilete roto y te decía apenas una mirada esquiva, un recodo en la boca. Nunca habré sabido dónde empezaba esta carta. Tal vez en algún descuidado ademán en un borbotón de murciélagos cuando vigilábamos mariposas o atajábamos guitarras con el pecho. No lo sé, no lo sabré. la vida es un laberinto sin retroceso. La piel de la tierra era toda caminos. Tuvimos pies para éste. El destino era cualquiera y emprendimos esta memoria con lentitud de empecinados dientes. Y aquí estamos ahora
No podés mirarme a los ojos. Te llamo para que lo hagas para que precipites tu última herramienta tu último anzuelo ávido. La vida no nos permite una vuelta de pista preliminar un recorrido estudioso.
¿Cuántos errores nos quedan-amos por nacer o morir? Yo no lo sé.
Ayudémonos a alguna paz cualquiera.
Yo siento que llegamos a la cima de nuestras manos a la cúspide de nuestros almanaques aquí nuestro camino cae bifurcado. Nos queda un único cauce común la única vaina donde esconder esta ceniza, lautaro. Él es el guante que guarda nuestras manos juntas. Qué más puedo decirte? Es cuestión de decidir. Decidir quedarnos o decidir partir. Decidir durar o decidir decidir. Y yo tengo miedo de saber que ya he tomado mi rumbo que ya he echado a andar el viento que mis velas se hinchan y tiran y que el tiempo ya me da la nuca.
Quiero un último tramo de espejismos para arrancarme si es preciso las manos buscando el agua en nuestra arena. Por eso quiero que vengas para que la tal vez última vez no haya pasado inadvertida.
Caminar por un muelle como un ciego sin saberlo, es un poco lo que no habría pasado
no es justo resbalar. Debemos arrojarnos o permanecer de pie. No elijamos la cobardía del tropiezo. Ya tanto ha sido casualidad. Yo no quiero darle llaves al destino. Soy yo el jinete de mi vida. timonel y fogonero. Subámonos a la locomotora aunque sea sangrando rieles pero mereciendo el rastro que dejamos aunque sea de escombros y gangrena.
_________________
¿cuándo empieza la certeza?
*
un interminable camino de certeza*
Estas cosas se hacen siempre mal, porque son malas.
35.
pero yo sí diré que soy un tigre
hermoso y fiero como un tigrelacio, como un tigre líquido como
una gaviota,
y nos lameré con sombras luminosas
en la piel de las palabras donde
flotarán los hombres.
Y seguiremos diciéndolo todo,
y entre todos los cadáveres que
arrastre la resaca de nuestros
gritos en el flujo que obedecimos
al mundo que se nos sube a
la cabeza como una luna
las algas de mis palabras subsis-
tirán como el agua
para que todos sepan que yo mismo
anduve cantando mi hermosura
de tigre
de la ferocidad de los niños
y del hambre
afeminado y elegante como
una espada y brutal como
un grito descerrajado a un
moribundotodo lo digo
porque estoy enamorado como un hombre.
36.
Creo en ti.
cuando la luna azuza el mar que
se desnuca
cuando nocturno el corazón de roca
lleva la cuenta de la ola y de la espuma.
Creo en ti,
porque aquietado el mundo
cuando las calles son andenes de sangre
detenida
me sube tu imagen como un eco profundo
de una plegaria nueva día a día
Y aferrado de tu rostro
(qué mano remota tiende el sueño)
resisto como un náufrago
el silencio empecinado en mil gargantas.
Creo en ti porque a la hora del pavor
la sien que se desboca
tasca apaciguada tu perduración sin horas
como el rumor que se afana en el rincón
de un caracol
Creo, sí
creo en ti
y mucho más porque las cosas que me
son el día
tienen tu nombre sin palabra para
recordarte.
En las tardes altas
alto labriego de sangre
el ocaso te intenta
para guardarte
Hoy se pierde mi poesía rota en tu ciudad
callada.
Apenas recuperan las cosas las palabras
pero ¡Qué poco puede tu mano,
decir: tu mano!
Creo en tus manos de pan
en tus dedos sin rumbos
como las cañas dormidos
como los lentos juncos
Porque hoy la mano sola,
la mano hueca
tal vez la espalda de un camino partido,
tal vez una orilla de alguna lejanía
te tiende una espera de agonía
sobre el rastro donde nunca has sido
aunque
37.
Quisiera que fuéramos los dos
tomados de las manos
tomados de la saliva
atados del aliento
enredados por la mirada
sin haber sabido contar nunca
sólo guardando el número 1000
para decir estrellas
para numerar palomas
para saber que ése es el número
uno de los besos
la mínima dosis de amor entre los dos.
38.
He apagado todas las lejanías
he decidido que estás aquí conmigo
detrás de alguna puerta,
lavándote la cara
amasando un trago de ventanas en un
papel, o bebiendo un chorro de mariposas
en alguno de tus libros amarillos.
He decidido que la soledad no nos cabe
Somos demasiado para los enjutos territorios
de la nada.
Y si alguien no lo cree puede leer
en los legajos de la primavera sobre nuestro
encuentro desde los parietales de la tierra
de nuestra insobornable brújula de equinoccios
Sí! Estás comprando el pan para nuestro desayuno
Un par de velas para agrandar la oscuridad
ese esmalte multicolor para pintarnos camelias
en los brazos y hacer el amor como las enredaderas.
No encuentro la nota que me escribiste
mientras dormía
Te habrás olvidado de dejarla.
No importa, sé que la has escrito y que
decías que volvías en seguida, que no
querías despertarme.
Ahora me voy a meter al baño
voy a demorar un poco para darte
tiempo de volver e irte otra vez.
Me gusta tu forma de estar
tu presencia vacía, llena de sospechas
tu ausencia habitada,
tus constantes salidas.
Ah! espero que no olvides traerme
el bloc de cartas y los sobres.
No puedo estar sin escribirte cada día.
39.
No te quiero más le he dicho
y una andanada de dedos aullantes
me han empujado contra la pared
oscura de los mínimos delitos
Pero si hubiera decidido hacer
de mi vida otro instrumento de culto
pavoroso, ir a la guerra tal vez,
hacerme sacerdote empasillado en
conventos insondables, dedicarme a la
sonrisa, sacarle fotografías a la muerte
profesionalizarme en un espejismo
cualquiera, entonces tal vez
escogerían mi nombre entre palabras lustrosas
y desde el héroe al santo desde el mártir
al mentiroso acomodarían mi pedestal de nácar.
Pero el amor es mi bandera mi altar
mi alquimia mi pincel. Por eso soy un
delincuente.
40.
Al entrar, me acometió ese sonoro
hueco de silencio que retumba
en las iglesias. Un fragor de catacumba
se levantaba remoto como un último coro.
Las velas estallaban múltiples en el oro;
reconocí el miedo infantil que me zumba
a veces como el presagio que me sube de la tumba,
de las viejas armas o de los tesoros.
Entonces me debatía como los suicidas.
Los espejos del eco me repetían en las naves;
tuve en mis manos el número exacto de mi vida.
Me acerqué a un santo —cualquier santo—,
y pensé: "Señor, he venido a que me laves".
Se me alargó el suicidio por la sangre, y
me llené de espanto.
41.
PASTOR DE PALABRAS NO TENGOTía, las palabras
dicen lo que el silencio
de ellas guarda, como
la tierra en invierno
teje el secreto de
las semillas nuevas.
Yo le dejo la isla de
mi corazón callado
donde sin lenguaje
madura un canto
de amor infinito
Para usted que fue como
mi madre
42.
Entre acordes esparcidos por
el aire, vuelan, giran locamente
algunas palomas suburbanas
Me parece tan justo que estén
navegando en el cielo de esta
mañana que no imagino
dónde viven por la noche.
De la iglesia abierta emanan
ráfagas de música
el aceite melodioso del órgano.
los árboles enjuagan en la música
sus crispadas cabelleras.
yo camino plaza abajo.
Quién sabe si alguien se pregunta
qué hago pasando por aquí,
quién soy, de qué huyo,
en qué colchón de quién sabe
qué historia voy a revolcarme.
No, hay demasiadas alas en
el mediodía. Yo y cada cual
somos parte de la casualidad
O de un aglomerado manojo
de indescifrables voluntades.
¿Quién indaga un profetizado
orden de las palomas,
el justo cántico que se derrama
los dedos del organista
el culpable arrodillado
el pisoteado cigarrillo del asesino
nocturno?
No nadie se pregunta por mí.
A quién le importa saber adónde voy.
Y, después de todo,
¿adónde voy?
Tal vez ni siquiera estoy pasando por aquí
Ni siquiera aquí. Ni.
43.
yo te quería azul y dorada como las
mañanas enormes
con tus manos transparentes como los místicos
silencios en el temployo te quería cotidiana y tibia
llena de las
mariposas silvestres que giraban en tus
ojosyo te quería así
como eras fácilmente
sin la severa gesticulación de los que ya no
son niñosyo te quería indestructible y frágil
como una espada de cristal en la
fuente de un jardín al albaeras amarilla y azul como yo te quería
tu voz polvorienta parecía agua fibrosa y
seca
y estabas llena de caminos sin
senda porque nunca fuiste caminadayo te quería honda como los túneles pero pura
como las catedrales
de cristal
como la dimensión en que
los peces entre la mañana y la arena
son abejas sobre los caracolespero tenías un hueco a la espalda
como el acceso indescifrable del silencio a la muerte
y en ti la mañana
redonda al otro lado
de los túneles
rompía el eterno infinito
descifrado y no encontradodesde ti me llegaba la piedad de la leña
y las llamas eran tiernas pero las sombras
veladas
y el fuego era un jardín
como tus manos
y la sombra del fuego procesiones de fantasmasyo no sé si te amaba pero te era fácilmente
podía rezar con tus dogmas porque creía
en ti como creo en la mañanay ahora tengo miedo de la noche infinita
y quiero retroceder el túnel que no
avisa el sol del otro ladoahora sí te amo porque ya no eres mía
y ahora tengo el miedo que no tuve
mientras eras dorada porque podías
ahora ser recuerdo hace mucho
44.
La página existe como un abismo imperativo
y sube en mi busca pues mi caída la eleva
y soy un alud por ella y quiero caer.
y sé que dejaré la huella de la huella de tu imagen en mí
y tengo para hacerlo un mar esférico
mi rumbo insabido puede ser cualquiera
mas sé que uno acaba o existe entre la costa y yo
y a veces supongo que son más de uno
45.
Tus ojos como dos redondas flores de silencio
46.
Te levantas como un seno sobre el mundo
Y mi infancia parasita en ti,
como en una pierna
Y yo, leproso de lágrimas
tengo otoño en la tristeza
Y tú llegas, no como un pañuelo,
como una primavera.
47.
Yo acaté mi recodo, me crecí el silencio
Haché todas las cruces de mi cementerio
(ahora no sé dónde rezar)
callé a cada campana
a cada grito maniatado que me fui tu olvido
JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
Jorge Lemoine y Bosshardt, la poesía más grande y más hermosa de Internet.
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